Somos vasijas en las manos del alfarero, y solo en sus manos somos restaurados y transformados de las heridas del pasado. Recuerda que la gran cosecha viene cuando te dispones a ser moldeado por Él, pues solo el alfarero puede cambiar el lamento por gozo y la maldición por la bendición, para poder recoger la abundancia y las bendiciones que ha preparado para ti.