Las diez vírgenes de la parábola empezaron bien, pero en algún momento cinco de ellas perdieron al novio de vista, todas hacían parte del mismo equipo o congregación, estaban en la espera, pero en los tiempos del fin es que se conoce el carácter de cada uno. El mismo fuego que arde en el cielo arde en el infierno, la diferencia está en lo que cada uno ha construido en su vida. Cuando el Señor nos llama, el torpe corazón puede hacerte alejar, pero el mismo llamado a otra persona la puede acercar al Señor. Paga el precio, permite que ese fuego queme todo lo que tu anhelas pero que te aleja de Él para poder disfrutar una eternidad junto a Él.
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